En Cerdeña los orígenes de un vino similar al Vermut parecen remontarse a la Segunda Guerra Mundial, época en la que la Vernaccia, el vino de la isla por excelencia, estaba en su punto más bajo ya que la mano de obra estaba al frente y los viñedos estaban casi abandonados a ellos mismos. A esto siguió la prohibición absoluta de comerciar y consumir alcohol y todo esto contribuyó a alimentar el mercado negro: ¡no había familia que no produjera y consumiera vino! Para ocultar sus huellas, los pequeños barriles a menudo se escondían en los rincones más recónditos de los jardines, se tapaban con fardos de madera y, en algunos casos, se olvidaban. Y fue precisamente a partir del 'olvido' y posterior hallazgo de una de estas barricas que la familia Carta descubrió que el vino que contenía no sólo no se había echado a perder sino que había adquirido rasgos más estructurados y característicos: ¡así nació el Vermut Blanco!
De color amarillo pajizo pálido y cristalino, tiene un aspecto casi viscoso y aterciopelado que envuelve la nariz con recuerdos típicos de matorral mediterráneo y piel de cítricos, junto con hierbas aromáticas y toques balsámicos. El sorbo es elegante, sereno e íntimo, susurra finura y tipicidad, con golosas referencias vegetales y un largo y típico final marino.
Excelente servido solo o con unos cubitos de hielo, ¡te sorprenderá con soda y hojas de menta!
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